Posiblemente, tratar de definir un libro con unas cuantas palabras sea una de las tareas más arduas a la que cualquier autor se pueda encomendar. A decir verdad, y esto es una opinión muy
personal, la más difícil. Pero, incluso así, si alguien, alguna vez, me preguntase por el porqué de esta recopilación de relatos —silencios de amor y desamor y silencios para reflexionar— yo se
lo resumiría en las dos siguientes frases: «Los amores deben pervivir en el alma, pero no en la memoria» y «La felicidad vive en aquello que no nos enseñaron a mirar».
